jueves, 3 de septiembre de 2009

Alegría- Paulina Movsichoff





Alegría es como la tristeza que de pronto se pone a bailar. Por que sí. Porque le enseñaron a ser tristeza y se cansó de serlo. O como cuando de niña miraba el cielo de San Luis y preguntaba si habría lugar para una estrella más. De repente veía que una de ellas se deslizaba, rauda, por esa planicie aterciopelada y oscura. “Se ha caído un estrella”, decía alguien. Y yo pensaba que a lo mejor se cayó en una de esas quebradas del campo, tan penumbrosas y húmedas. Me gustaba pensar que a lo mejor a la mañana siguiente la encontraría asustada, como un pájaro herido. Entonces me prometía tomarla entre mis manos y soplar, para que pudiese volver al cielo. Me la imaginaba yéndose en la luminosidad mañanera, tan leve y frágil como esos panaderos que cruzaban el aire rumbo a quién sabe dónde.
Alegría era también cuando en la infancia llegaban los huéspedes. Mi hermana y yo nos sentábamos en el umbral de nuestra casa, recién bañadas y almidonadas, para ver pasar los coches. Los coches de plaza, como los llamábamos. Bajaban lentos con sus caballos cansinos por el fondo de la calle y traían a los viajeros del “Cuyano” recién llegado de Buenos Aires. Y entonces la sorpresa de que uno de ellos se detuviera ante nuestra puerta. Un grito salía del coche. Era la tía Memo, hermana de mamá, que vivía en Buenos Aires y caía de visita con mi prima Lety. Y luego los abrazos. La fiesta de mirarla abrir las valijas y aspirar el aroma inconfundible, ese perfume que emanaba de su ropa doblada y que era como la prolongación de su persona. Las noticias, la charla despeñándose como una catarata y nosotras sorbiendo sus palabras como un agua fresca que mitigara nuestra sed. Al día siguiente, en la escuela, me daban pena mis amigas que no tenían tías Memos, ni primas que vivieran en Buenos Aires.
Alegría es una pregunta a la que le gusta quedarse en pregunta, porque si le dieran una respuesta el misterio no existiría.
Ahora pienso que la naturaleza de la vida es alegría. Y la tristeza un campo que hace tiempo la lluvia no visita.

1 comentario:

  1. Sinceramente, querida Paulina, estoy deslumbrado con estos nuevos textos,

    Y, desde luego, encantado con el nuevo blog.

    Digo nuevos textos porque encuentro en ellos la serenidad de la memoria y el pensamiento, haciéndose pares en estos breves recuentos y reflexiones. La memoria viva y “la aventura de la palabra” perviviendo en ella.

    Encuentro en ellos el “Élan vital” de Bergson, la fuerza creadora como impulso trascendente.

    Un abrazo

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